La Agenda 2030 plantea el objetivo de mayor igualdad con una búsqueda integral, en concordancia con la garantía de los derechos humanos (vida libre de pobreza y hambre, igualdad de género, acceso igualitario a la salud, educación, servicios de agua limpia, saneamiento y energía, así como a trabajos decentes y a la justicia).

La matriz de la desigualdad social parte de la evidencia de la alta heterogeneidad estructural y de la cultura del privilegio para conceptualizar la igualdad de medios, oportunidades, capacidades y reconocimiento recíproco mediante ejes estructurantes y otras expresiones de desigualdad que se articulan con ámbitos de incidencia.

La igualdad puede ser una fuerza impulsora de la eficiencia económica, resultar en mejores percepciones de justicia y confianza entre las personas viviendo en sociedades más saludables y cohesivas; además de contribuir a la menor degradación de la naturaleza y tener impactos positivos para las instituciones políticas.